lunes, 16 de marzo de 2015

La verdad sobre el Caso Nisman

En el país de las interpretaciones infundadas, es admirable y hasta sorprendente el hábil uso colectivo de la observación y el razonamiento deductivo para resolver casos policiales. Todos somos Sherlock Holmes.
Nos ponemos el gorro de cazador, el saco de gabardina a cuadros, la siempre útil lupa, la pipa curva de brezo sobre nuestra boca y resolvemos hasta los casos más enmarañados de Agatha Christie.

En el 221B de la Calle Baker, junto a la chimenea y la estantería de nuestros amados libros, desmenuzamos cada pista, cada hipótesis, cada dato. Con una copa de Vin Miriani en la mano y la pipa en la otra, comenzamos con el proceso de investigación.  
El 19 de enero nos volvimos expertos en el barrido electrónico, las pistolas Bersa modelo 62 calibre 22 largo, cerraduras, cámaras de seguridad, autopsias, pericias toxicológicas, espasmo cadavérico y hasta de la causa AMIA. Ahora somos Licenciados en Criminalística.
Periodistas, peritos, jueces, fiscales, supuestos testigos, mediáticos, doña Rosa, el kioskero y hasta el taxista; todos ya resolvieron el caso. Todos saben si fue un suicidio o no. Todos respondieron el por qué, el cómo y el cuándo. Asombroso ¿no?
Para colmo, el caso repercutió hasta en las revistas del corazón, la famosa prensa rosa. La vida lujosa y nocturna del fiscal también fue tan cuestionada como su sexualidad. De tener una relación homosexual con Lagomarsino pasó a ser un “viejo verde” por estar con una modelo de 25 años.
Suele ocurrir que después de la muerte, no se recuerda a una persona por lo que ha sido, sino por lo que la sociedad necesita que sea. La mayoría de los ahora Licenciados no sabían quién era Nisman ni tampoco de su extensa y frustrada investigación (11 años) sobre el mayor atentado político de la historia argentina. Aun así, el fiscal logró, por un lado, ser el motivo de una movilización en todo el país y un nuevo prócer para los críticos del gobierno y, por otro, se ganó el resentimiento y enemistad de los oficialistas.
Cuando la política se mezcla con lo policial la urgencia por conocer la verdad siempre es más urgente. Pero, ¿qué verdad queremos escuchar? ¿La verdad verdadera, única y objetiva, basada en hechos reales y comprobables? ¿O nuestra verdad, inamovible e hipotética, aquella que fuimos tejiendo en nuestra cabeza en estos casi dos meses?
No importa si hoy mismo se da a conocer un video mostrando el momento exacto en que se produce el disparo fatal, no importa si aparece una carta o un audio del propio Nisman dando los, hasta ahora inexistentes, motivos de un suicidio. Tampoco importa si Lagomarsino se quiebra y confiesa haberlo matado, o si descubren que agentes de la SIDE o el Gobierno están detrás de esto. Todos creemos saber la verdad, todos sabemos que pasó, todos somos Sherlock Holmes.