Un amor o un desamor, la partida de un ser querido o hasta un
libro o una canción pueden cambiarnos para siempre.
Cambiar es una aventura, es tener el poder de reinventarse,
de hacerle frente a lo desconocido.
Cambiar es madurar, explorar, conocerse. Aprender y
desaprender de uno mismo.
Es encontrar libertad, libertad para vivir de la manera que
queremos vivir. De expresar lo que queremos expresar.
Cambiar es decidir, atreverse a superarse, con miedo a veces,
con coraje otras. Es comprometerse y saber soltar. Es mirar hacia delante y
dejar los demonios atrás.
Cambiar es ser paciente, disfrutar del camino y buscar la
felicidad.
Es curioso como
nuestra vida puede cambiar tan abruptamente. ¿O será que los que en realidad
cambiamos somos nosotros? Sea cual fuese
la respuesta nos encontramos inmersos en continuos cambios; a veces repentinos, a veces sutiles.
Pero el cambio sucede, nos persigue y nos corrompe. Y no se
trata de cambios superficiales como un corte de pelo o una cirugía estética.
Son cambios existenciales.