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viernes, 27 de junio de 2014

Efecto Pocho Lavezzi

Dos semanas transcurrieron del Mundial y, como cada 4 años, los roles están bien definidos. Mientras los hombres opinan sobre el 4-3-3 o el 5-3-2 de Sabella, la platea femenina se dedica a elogiar el físico de los futbolistas.
A los 38 minutos el Kun pidió el cambio. Todas las cámaras apuntaron a un solo hombre. Medio planeta se detuvo en un morocho con el torso al descubierto. Un cuerpo tallado a mano y lleno a de tatuajes, una mirada penetrante y una sonrisa pícara: Ezequiel “Pocho” Lavezzi.
No tardaron en llegar la avalancha de tweets, comentarios en Facebook y fotos de “alto voltaje” del argentino. Hasta se creó una página: “Movimiento para que el Pocho Lavezzi juegue sin camiseta”, ¡con más de 250.000 me gusta!
Tampoco se hizo esperar la respuesta del sexo opuesto. Es que el machismo en el siglo XXI aún emerge en estos casos. La tribuna visitante se escuda bajo el “antes y después”  de nuestro nuevo sex simbol.
Pero, ¿qué importancia tiene su pasado si lo que nos vende es un coctel perfecto, entre cuerpo, desfachatez y sensualidad?
El culpable de la revolución hormonal femenina desató un gran debate social y, en especial, sexual. Y es que los medios de difusión sólo se encargan de mostrar mujeres al desnudo y nos dejan segregadas, sin objetos de deseo.
El fenómeno desatado no es más que hacerles probar a la hinchada masculina una cucharada de su propia medicina. El deseo femenino existe y su expresión no debe ser oprimido.
Propongo una campaña por una distribución más equitativa. Queremos ver más hombres al descubierto, más abdominales y pectorales, ¡queremos más Pocho Lavezzi!






domingo, 9 de junio de 2013

Reina del dolor

 Innovadora. Ella puede vestir cualquier cosa; se puede cubrir con la cortina de la abuela, ponerse esos aros que jamás comprarías, usar las medias corridas, el esmalte salpicado y hasta maquillarse como un oso panda que siempre va a parecer sacada de una revista de Vogue.
 No tiene nada de tradicional, es la chica cool y malcriada de alta sociedad. No acepta nunca un “NO” como respuesta; no se conforma con ser discreta ni cordial en público y es dueña de una empalagosa autosuficiencia.
 Marcar tendencia parece ser su objetivo en esta vida. Escucha The Kooks, una banda indie rock fashionista, y es partícipe habitual de festivales de música electrónica, ferias de diseño y bares de moda.
 De facciones dulces y armoniosas. Tiene ojos azules, una mirada penetrante y profunda, cabello rubio casi platinado y es dueña de una silueta codiciada. Su encanto es indiscutible, las mujeres arden de envidia cuando la ven pasar y los hombres caen rendidos a sus pies.
 Pero es inalcanzable para cualquier mortal. Es como una diosa a la cual se le rinde culto mirándola, deseándola y admirándola. Es inaccesible, inverosímil y extraordinaria. No está en sus planes enamorarse, no sabe cómo, lleva mucho extasiada por su sombra, por su reflejo, por ella misma.
 Su única compañía: su grandiosidad, su necesidad de aprobación, su falta de empatía y su menosprecio hacia los demás.
 Una gran novelista francesa dijo una vez: “La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma”.